lunes, 21 de septiembre de 2009

Propuestas para mejorar el mundo I

Creo que sería muy beneficioso para las mujeres que los consultorios ginecológicos se dividieran en a) aquellos que atienden a las embarazadas y madres recientes y b) aquellos que atienden a las no embarazadas ni madres recientes.


Por lo general, mujeres de ambos grupos se amontonan en las salas de espera de tales consultorios, agregando bastante fastidio para las del grupo b), que se suma al ya natural por asistir a la consulta ginecológica, de por sí molesta e incómoda.


Ya al entrar en esas fatídicas salas, una no embarazada se siente fuera de lugar. El 95% de las revistas dispuestas para entretenimiento de quienes esperan son “Ser padres hoy”, “Bebés a bordo”, “Embarazo sano” y otros títulos igual de infames. En la cartelera (siempre hay una cartelera) se anuncian productos y servicios: niñeras, ropita (siempre usan diminutivos) para bebés, puericultura, gimnasia para embarazadas, yoga para embarazadas, natación para embarazadas. En una mesita (siempre hay una mesita), en vez de folletos sobre, por ejemplo, ETS, profilaxis o anticoncepción, hay folletos sobre bancos de células madre, ecografías 3D o reproducción asistida.

De repente, te mudaste a otro planeta y no te enteraste.


Tema aparte es el comportamiento de las integrantes del grupo a). No me malinterpreten, no tengo nada en contra de las embarazadas, pero te miran como si fueras de una casta inferior, mientras acarician sus panzas con mirada orgullosa. Lo lamento queridas, pero no tienen ningún mérito por haberse preñado, es un hecho biológico que la especie humana viene repitiendo con éxito desde hace miles de años.

Las madres recientes no hacen las cosas más fáciles: exhiben a sus retoños como trofeos, se lo muestran a la recepcionista que las vio 2 veces por mes durante la dulce espera, comentan con otras madres o embarazadas los nombres, pesos, berrinches y colores de caca de sus críos.


Muchas no embarazadas contribuyen a esta glorificación del grupo a), observándolas con ojos envidiosos o halagando exageradamente a los bebés. Ni hablar si a las tocadas por la varita mágica las acompaña el semental que las preñó: entonces las miradas envidiosas se vuelven casi lacrimosas de tanta ternura.

A ellas les digo: si tanto las envidian, emúlenlas! No es tan difícil, o necesitan un gráfico explicativo de cómo lograrlo?


Y una, simple mortal que fue a hacerse el fucking control anual porque no queda otra, y que no considera la reproducción como única misión en la vida, tiene que aguantarse a un crío llorando a gritos al lado mientras trata de concentrarse en una revista del 5% apto para todo público, o darle el asiento a una embarazada para no ser colgada en la plaza pública, y esperar eternidaaaades para ser atendida, ya que “las otras” acaparan muchísimo tiempo en su consulta, con todas las preguntitas y dudas que tienen por estar “en estado”, o incluso las atienden antes porque no se sienten bien.


Parece que la humanidad, en su desesperación por perpetuar la especie (para qué, me pregunto), concede a las embarazadas un valor superior al de las demás mortales. Al lado de una embarazada, una no embarazada pasa a valer más o menos lo mismo que una mascota; la queremos, sí, pero su vida es menos importante en la escala de prioridades.

Ilustro con 2 diálogos verídicos:


Por tel, pidiendo un turno

María Font – hola, tengo una urgencia y quisiera saber si la doctora X me podría atender-

Recepcionista- Estás embarazada??

NO, NO ESTOY EMBARAZADA; TENGO DERECHO A TENER UNA URGENCIA Y SER ATENDIDA POR LA MISMA O SOY UNA PARIA SOCIAL??


Ya en el consultorio, luego de esperar 2hs y media (lo juro), al ingresar la médica me ve mala cara

Dra X- Estás angustiada?

María Font- Sí, un poco, lo que pasa es que-

Dra X- Estás embarazada??

NO, MIERDA, NO ESTOY EMBARAZADA, NO SABÍA QUE ERA UN REQUISITO PARA ANGUSTIARSE!!!


Creo que no es necesario dar más argumentos, los consultorios separados darían solución final a este problema. Las mujeres del grupo a) podrían presumir sus panzas o críos a sus anchas, llevar a sus mariditos, leer toda la literatura procreacional que se les cante e incluso mearse encima si no se aguantan.

Y las mujeres del grupo b), atorarnos con revistas de moda o chismes, escuchar música tranquilamente en nuestro ipod o simplemente aburrirnos mientras nos preguntamos tranquilamente cómo habrá dado ese puto papanicolau.